domingo, 25 de abril de 2010

Alexia Maldini

Esta historia de comienzo de personaje es para una historia ambientada en el juego de rol d10 "7º Mar"

Alexia Maldini (Vodacce- Bruja/Esgrimista)

“Mi suerte y mi hado lo elijo yo y ningún hilo podrá enmarañar mi destino”

Mi nombre es Alexia Maldini, y en su día pertenecí a una familia acomodada de Vodacce. Por aquellos tiempos, mi vida era cómoda e incluso llegue a asistir a una de las fiestas de gala ofrecidas por los principes.
Mi casa era un lugar tranquilo, mi padre llevaba los negocios con gran fortuna y mi madre tejía armoniosos hilos a favor de la casa. En esos días yo era por decirlo de alguna forma una persona que pasaba desapercibida al menos a ojos de mi madre, no me prestaba atención pues para ella era una vergüenza que yo no hubiera heredado su dote.
Mi padre, por su parte, me traía lujosas ropas de sus viajes y para mantenerme entretenida, con su gran don de gentes acertó a inscribirme en la academia de esgrima, donde entablé amistad con algunos de los asistentes. Fueron estos contactos, estos amigos, los que más tarde serian mis apoyos y los que pondrían en mi esa confianza que más adelante me daría de comer.
Tenia unos 16 años cuando mi padre se arriesgó a ofrecer una suma superior en una puja que tenia casi ganada el Signiore Boldinie, una buena racha y las adulaciones de alguna cortesana le hicieron no medir su apuesta. Tras este accidente los hilos de una bruja que no era mi madre se cernieron sobre nuestro hogar de forma nefasta.
Incapaz de reconocer su error mi padre culpó a mi madre de no saber defender su casa y cada uno de nosotros tomó su propio camino. No sé muy bien qué fue de mi padre cuando se desentendió de mi, tampoco de mi madre pero ciertamente poco me interesó. Simplemente se esfumaron, no es difícil desaparecer en las calles de Vodacce.
Yo por otra parte me acomodé en la casa de una amiga de la academia que, al ver mi mala fortuna, me recogió. Asistí a fiestas y banquetes de la mano de mi protectora y aprendí que hay información en Vodacce capaz de sustentar los caprichos y la comida de una joven avispada. Pero si algo aprendí de mi padre es que las apuestas mejor que no sean muy altas y tras explotar los rumores y los guiños de la nobleza, decidí retirarme antes de ganarme la enemistad de alguna bruja.
Fue entonces cuando decidí ir a explotar mi don a otra parte, a algún sitio donde volviera a ser una desconocida con dotes de baile, que se ganara los favores de la gente con su palabrería. Y al subirme a un barco en busca de fortuna a otra de las islas, me enamoré; pero no de una persona cualquiera, sino de mi reflejo mezclado con la espuma de las olas, del aire soplándome fuerte en el rostro y del ruido del frágil cascarón de madera luchando por sostenerse en algo que ninguna bruja podrá dominar. En ninguno de los canales de Vodacce el agua me había parecido algo tan maravilloso.
Así mi destino viró, se encaminó a aguas más desconocidas y acabé embarcada en un barco de mercancías fraudulentas que había venido a Vodacce a descargar su cargamento. Ayudé al capitán a desprenderse del género y me invitó a subir a bordo con todo un inmenso mar por delante. He visitado innumerables costas y visto en ellas increíbles maravillas, comerciado por cientos de tierras y dado alcances a los mejores veleros. Me he subido a la cofia y divisado el mar; y ese cosquilleo que siento cuando la mar ondula, nunca ha desaparecido. Pero en cierto modo, no me enamoré solo del mar, sino de lo que hay mas allá. De las costas que aun no he visto, del cosquilleo de los lugares nuevos y del futuro incierto; me enamoré de la Libertad.
De los rumores de la ciudad, pasé a escuchar el rumor de las olas y los cuentos y supersticiones de los marineros, sobre lejanas tierras, y entre ellas, el 7º mar. Esa idea desde el primer momento nublo mi cabeza, un lugar inexplorado incluso para los más intrépidos, un sitio de leyendas, un misterio... La imagen que me dieron los marineros de ese mar no ha dejado de rondarme por la cabeza una y otra vez. Comencé a obsesionarme con los mapas, con las cartas de navegación, pasaba noches enteras tratando de conjeturar donde podría estar ese mar, ese secreto, ese...

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