- Parte I-
Yo soy Flander
Scarlet, la hija pequeña de la gran familia Scarlet . Mi familia siempre ha
sido una familia de amantes de la noche,
llegados a cierta edad en mi familia o cuando la persona demuestra la
suficiente madurez para ver más allá de la luz, es transformada, normalmente esa
edad no suele exceder de los 20 años. Mi
caso es muy distinto, y seguramente mi hermana y yo seamos las últimas
Scarlets. Cuando apenas tenía yo 12 años, mi familia fue traicionada y
masacrada, un cabrón desaprensivo vendió a mi querida hermana mayor a unos
cazadores, provocando así la caída de mi
casa. Realmente mis recuerdos son algo difusos y si soy sincera lo poco que
recuerdo es a mi madre y a mi padre terriblemente asustados.
La mañana que
todo aconteció, yo me había despertado como cada mañana y recuerdo a una de las
sirvientas llevándome de la mano a desayunar.
A mi entonces no me extraño pero mis padres no estaban en la mesa esa
mañana. Mi hermanita se acababa de mudar a casa de su prometido hacia
escasamente unos días; y yo aun no entendía porque ella no estaba en casa, así
que me dedique a interrogar a las sirvientas por su paradero. Fue entonces
cuando la señora Pomfley, una de las sirvientas más antiguas de la casa, irrumpió
en la cocina por la puerta principal. Con paso decidido y un aplomo que solo le
había visto tener a ella, o quizás también a mi hermana, me levanto en volandas
de la silla y me llevo en brazos hacia la puerta de las criadas. Desde su
hombro atisbe a ver a mi padre y a mi madre al otro lado de la puerta principal,
creo que mi madre estaba llorando porque la vi pegarse fuertemente a el hombro
de mi padre. La señora Pomfley no me dejo ver más, tras de mí la puerta de la
cocina se cerro y entonces oí los gritos de las criadas alarmadas. Ella me tapo
los oídos y echo a correr, intente revolverme para ver que ocurría hasta que
casi me caí de los brazos de la criada, ella se freno para evitar que me cayera
y me dejo en el suelo. Intente volver atrás, pero me agarro firmemente del
brazo y tiro de mi hasta ponerme cara a cara con ella, del tirón el donut que
llevaba en las manos, que eran los restos de mi desayuno, se me escurrió. Los
ojos de la Señora Pomfley estaban llenos de lágrimas y su mirada estaba sumida
en una enorme pena, nunca la había visto así, no entendía que pasaba, di un par
de pasos hacia ella mientras me decía entre ahogos que tenía que… No termino la frase, una lluvia de sangre se
desparramo encima de mí, y la señora Pomfley me apasto con su pesado cuerpo. El
pasillo olía a donut y a sangre; y muy asustada chille, llore y patalee hasta
que alguien me quito el peso de encima. Un hombre me levanto del suelo por el
cuello, sentía que no podía respirar, apenas había podido tomar una bocanada de
aire, me asfixiaba. La imagen de mis padres en la puerta pasaba por mis
recuerdos y mi hermanita, mi hermanita, mi hermanita…
Creo que perdí
la consciencia entonces, cuando vuelvo a recordar, abrí los ojos en un lugar
frio y húmedo, me dolía todo el cuerpo y
estaba muy sucia, olía a excremento y a
orina y recuerdo que me avergoncé mucho por pensar que me había vuelto a hacer
pis en la cama. Mire a mi alrededor buscando a la doncella o a mi hermana para
que papá y mamá no se enterasen, pero no estaba en mi cuarto. Cuando intente
incorporarme mi cabeza se golpeo contra un barrote de metal y que la cabeza no
fuera lo que más me doliera me trajo de nuevo a la realidad, levante la manga
de mi camisón para descubrir que en lugar de mi piel blanca, una mancha color
mermelada estaba sobre mi brazo, la toque y el dolor fue tan agudo que me eche
a llorar. No recuerdo cuanto chille y llore dentro de aquella minúscula jaula,
pero recuerdo que lo que me hizo parar de llorar fue un gran estruendo, seguido
de la voz de mi hermana. Remi, la
puerta del sótano en el que estaba metida se abrió tras una gran polvareda, y
la voz de mi hermana me llamó entre toses, ella alzo con gran esfuerzo una pala
y la dejo caer sobre mi jaula. El hierro podrido cedió y salí corriendo a
abrazarla, Remi. Rápido! me dijo y me
agarro del brazo, cómo dolía, trate de seguirla el paso, pero mis zancadas eran
mucho más cortas que las suyas y estaba cansada y dolorida. Salimos de la
ciudad y entramos en el bosque que había a las afueras, corrimos hasta que no pude
más y tropecé. Una rama se enrosco en mi pie como si no quisiera que pasara de allí,
arrancándome el zapato y provocando que tirara de Remi que también cayo. Se incorporo rauda y me subió a caballito,
para seguir corriendo, íbamos por mitad del bosque cuando por segunda vez en mi
vida oí un disparo y el dolor fue tan intenso que ni tan siquiera tuve fuerzas
para gritar. Remi siguió corriendo,
cuando se detuvo yo lo veía todo borroso, el cuerpo ya no me dolía y
empezaba a sentir un sueño dulce y calmo, pero ella no me dejo dormir. Me chillaba
y me zarandeaba, mientras yo lo único que quería era dejarme llevar, tenia
sueño, gimotee quejándome para que me dejara dormir. Entonces ella me dio algo de beber, era un
sabor dulce y metálico; y me di cuenta de que estaba sedienta. Bebí hasta que
Remi me empujo fuera de su alcance, ya no estaba cansada y nada me dolía y de
alguna forma esa bebida mágica que me había dado mi hermana ahora recorría mi
cuerpo diminuto y me gustaba.